Interior de la Capilla durante la exposición "Santa Comida"
"Con una obra multidisciplinaria entre el happening y la instalación
participativa, Miralda ha hecho del comer su eje creativo. Una actividad
tan universal y, al mismo tiempo, tan particular de los distintos
grupos humanos le sirve para llevar a cabo una crítica política y una
deconstrucción etnológica de prejuicios y esquemas en un mundo global.
Utilizando una iconografía de estética kitsch y barroca en piezas de
grandes dimensiones, apuesta por un lenguaje vital que celebra los
sentidos, los colores, la fiesta, el juego, la imaginación y la vida.
Como escribió Umberto Eco en 1985: «Miralda corre por todo el mundo para
recrear el viejo ritual de la celebración.»
Santa Comida es una instalación de múltiples elementos que
reflexiona sobre el traspaso de culturas de un punto a otro del planeta.
La obra se refiere a la cultura afrocaribeña y se centra especialmente
en el legado cultural de los esclavos africanos que conforma algunas de
las subculturas populares en la América actual. Como el propio título
indica, Santa Comida trata de la comida ofrecida a las
divinidades Orisha, dioses de la región africana Yoruba que constituyen
un ejemplo de supervivencia transcultural tras su llegada a América. La
cultura yoruba, originaria del golfo de Benín, en la costa oeste
africana, ha mantenido sus creencias a lo largo de varias generaciones
que llegaron a Cuba, Brasil, Haití, Puerto Rico, América Central y
Estados Unidos a través de la su asimilación con el santoral católico.
Se trata de un fenómeno de acusado sincretismo que se encuentra en el
origen en la llamada santería. Cocina y religión coinciden en la vida
cotidiana de los yoruba hasta el punto de que gran parte de su
supervivencia como cultura se debe a su ritual en torno a la comida: un
ritual festivo en el que se ofrece a cada dios Orisha los alimentos que
le son propios según sus atributos.
Santa Comida consiste en siete altares dedicados a las
divinidades Orisha más destacadas. A medida que el espectador se
desplaza, cada altar muestra una imagen de la divinidad yoruba y sus
equivalentes en el culto cristiano. Una serie de comidas y productos
alimenticios vinculados a los dioses yorubas enmarcan los altares: Osun
come boniato hervido, besugo frito, pasteles y piña tropical; Babalú Ayé
come codornices cocinadas, caña de azúcar, cocos de agua y cacahuetes; y
así hasta siete divinidades. Un color para cada altar refuerza el
vínculo establecido con los distintos dioses, al tiempo que mantiene el
elemento colorista y sensorial de las obras de Miralda. El artista
adjudica al dios Elegguá los colores rojo y negro, a Oggún el verde, a
Yemayá el azul, a Obatalá el blanco, a Shangó el rojo, a Osun el
amarillo y Babalú Ayé el rosa. La instalación se completa con soperas,
un objeto donde los yorubas suelen guardar piedras como símbolo de la
fortaleza y el espíritu del dios, así como otros utensilios e imágenes
religiosas propias de los rituales de santería. Finalmente, la obra se
acompaña del tema musical Angelitos negros, que en su versión de bolero popularizada por Antonio Machín llegó a ser un himno contra la discriminación racial.
Santa Comida se presentó por primera vez en 1984 en el Museo
del Barrio de Nueva York. Su director, John Mason, fundador de la
Sociedad Yoruba de esa ciudad, colaboró con Miralda en su investigación y
facilitó que la comunidad latinoamericana del Spanish Harlem
interactuase con la instalación. En la publicación que acompañaba la
muestra, Mason escribió: «Entre 1500 y 1865, llegaron a Cuba y Brasil
cerca de doce millones de esclavos africanos, la mayoría procedentes de
la costa oeste. [...] Shangó (dios del fuego y rey guerrero) es
transculturalizado en Santa Bárbara; Obatalá (creador primigenio) en
Nuestra Señora de la Merced; Oggún (arquitecto de la civilización) en
San Juan Bautista y San Jorge.»
Ver: http://www.macba.cat/es/santa-comida-0508
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