Cinco capillas se han recuperado junto al claustro del edificio de la calle de Comerç
ERICA ASPAS
BARCELONA
Miércoles, 14 de julio del 2010
La idea de tomar una copa o comer en lo
que siglos atrás fue el claustro de un convento es más que sugerente.
Además de la tranquilidad que lleva implícito un entorno religioso, la
belleza de este lugar remata la postal. El Convent de Sant Agustí,
también conocido como Sant Agustí Vell, convertido hoy en un centro
cívico, tiene en sus paredes las huellas de una historia de plegarias,
guerras y hornos. Según Jordi Fàbregas, director del centro cívico, «es un pequeño oasis dentro de Ciutat Vella».BARCELONA
Miércoles, 14 de julio del 2010
Ni
su ubicación es casual. Está situado dentro de las murallas de la
Barcelona medieval, en la confluencia del Rec Comtal y el trazado de la
antigua Via Augusta. Antes de la construcción del convento, los terrenos
estaban ocupados por los talleres de trabajadores del cuero, la piel y
otros tejidos, que necesitaban del agua del Rec Comtal.
Siete siglos de historia
El convento se fundó en el siglo XIV por la cesión de terrenos en la calle de Tantarantana. Fue una obra lenta, ya que necesitaba de las donaciones de particulares y de gremios para pagar los gastos de la construcción.
En 1428 la comunidad de frailes agustinos recibió la donación de otros terrenos donde se construyeron hasta el siglo XVI la sala capitular y el claustro gótico.
Desde su creación, el convento ha estado muy vinculado con los gremios de la ciudad. Algunos de ellos tuvieron su sede en el mismo recinto religioso y aportaron piezas de arte muy destacadas como el retablo de Sant Agustí para el altar mayor del convento, obra de Jaume Huguet, que hoy se encuentra en el Museu Nacional d'Art de Catalunya y en el Museu Marès.
Los bombardeos de 1714 afectaron al convento y en 1716 Felipe V hizo derribar una parte para levantar la Ciutadella. Fue cuando se trasladó a la calle del Hospital y pasó a conocerse como Sant Agustí Nou. Dos años después, se empezó la construcción de un nuevo cuerpo orientado hacia la nueva Ciutadella y que dejó los restos del edificio antiguo en un segundo plano.
El convento se utilizó para usos muy diversos. En el 1738, lo que quedaba de la iglesia, fue la panadería central de Barcelona. A partir del 1759, se destruyeron las estancias del lado este y casi la totalidad del claustro gótico. Y se levantó un cuartel militar que estuvo activo hasta los años 80.
Fue a mediados de los 90 cuando empezó la recuperación del recinto como equipamiento para el barrio. «Es un entorno tan bonito que le da un valor añadido a las propuestas del centro cívico», comenta Fàbregas. Las actuaciones más recientes han sido la rehabilitación del claustro gótico, la finalización del edificio frente a la plaza de la Acadèmia y, en el 2009, la recuperación de cinco capillas anexas al claustro que estaban en desuso. «Se utilizarán como salas de exposiciones. En la planta baja hay espacios insonorizados que son ideales para acoger locales de ensayo», explica Fàbregas.
Ver: http://www.elperiodico.com/es/noticias/distritos/templo-epicentro-cultural-social-385446
Siete siglos de historia
El convento se fundó en el siglo XIV por la cesión de terrenos en la calle de Tantarantana. Fue una obra lenta, ya que necesitaba de las donaciones de particulares y de gremios para pagar los gastos de la construcción.
En 1428 la comunidad de frailes agustinos recibió la donación de otros terrenos donde se construyeron hasta el siglo XVI la sala capitular y el claustro gótico.
Desde su creación, el convento ha estado muy vinculado con los gremios de la ciudad. Algunos de ellos tuvieron su sede en el mismo recinto religioso y aportaron piezas de arte muy destacadas como el retablo de Sant Agustí para el altar mayor del convento, obra de Jaume Huguet, que hoy se encuentra en el Museu Nacional d'Art de Catalunya y en el Museu Marès.
Los bombardeos de 1714 afectaron al convento y en 1716 Felipe V hizo derribar una parte para levantar la Ciutadella. Fue cuando se trasladó a la calle del Hospital y pasó a conocerse como Sant Agustí Nou. Dos años después, se empezó la construcción de un nuevo cuerpo orientado hacia la nueva Ciutadella y que dejó los restos del edificio antiguo en un segundo plano.
El convento se utilizó para usos muy diversos. En el 1738, lo que quedaba de la iglesia, fue la panadería central de Barcelona. A partir del 1759, se destruyeron las estancias del lado este y casi la totalidad del claustro gótico. Y se levantó un cuartel militar que estuvo activo hasta los años 80.
Fue a mediados de los 90 cuando empezó la recuperación del recinto como equipamiento para el barrio. «Es un entorno tan bonito que le da un valor añadido a las propuestas del centro cívico», comenta Fàbregas. Las actuaciones más recientes han sido la rehabilitación del claustro gótico, la finalización del edificio frente a la plaza de la Acadèmia y, en el 2009, la recuperación de cinco capillas anexas al claustro que estaban en desuso. «Se utilizarán como salas de exposiciones. En la planta baja hay espacios insonorizados que son ideales para acoger locales de ensayo», explica Fàbregas.
Ver: http://www.elperiodico.com/es/noticias/distritos/templo-epicentro-cultural-social-385446
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