El cambio le ha ido bien al mural que ha pasado de un vestíbulo a un
espacio diáfano y luminoso —y grande, como todo el Palau— del MNAC. La
incorporación del Miró no es ajena a la decisión del museo de ser lo más
inclusivo posible en cuanto a expresiones artísticas: desde el
románico, renacimiento y barroco, Tàpies, en 2014 fondos de los siglos
XIX y XX, pasando por muestras de fotógrafos puntales. “Tenemos mucho
espacio y queremos atraer a cuantos más visitantes mejor”, subrayaba
Pepe Serra, director del museo, que ayer mismo se planteaba la búsqueda
de “algo” que pueda confrontrarse al colorido mural de Miró en la Sala
de la Cúpula.
El proceso del traslado del mural se inició en la primavera pasada. Y al principio tuvo su complejidad porque no había mucha seguridad en cómo se había instalado. “Vimos que eran plafones, no baldosas por baldosas, lo que después ya facilitó la operación”, comentaba una de las responsables del traslado. El ceramista Gardy explicaba que para realizarlo tardaron unos seis meses porque las baldosas de gres que lo conforman —406— pasaron por el horno prácticamente una por una: “Nosotros preparamos el fondo en el suelo del taller y venía Miró y lo pintaba. El proceso de horneado posterior era diferente según los colores”. Gardy recordaba que era “un placer” trabajar con Miró que conoció a su padre, Joan Gardy Artigas, en los años 1910 en la escuela de arte que el pintor Francesc Galí tenía en Barcelona. De él son, precisamente, las pinturas realizadas en 1929 de la cúpula del vestíbulo del primer piso del MNAC, donde ahora se exhibe el mural de Miró. Artista y ceramista mantuvieron una relación profesional a partir de la década de los cuarenta del siglo pasado. Fruto de ella son, por ejemplo, los grandes murales cerámicos de la Unesco de París o el del aeropuerto de Barcelona. Mezcla, como el instalado en el MNAC, del lenguaje de Miró con las cualidades de las artes de la tierra y el fuego".
Ver: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/11/28/catalunya/1385667160_269013.html
El proceso del traslado del mural se inició en la primavera pasada. Y al principio tuvo su complejidad porque no había mucha seguridad en cómo se había instalado. “Vimos que eran plafones, no baldosas por baldosas, lo que después ya facilitó la operación”, comentaba una de las responsables del traslado. El ceramista Gardy explicaba que para realizarlo tardaron unos seis meses porque las baldosas de gres que lo conforman —406— pasaron por el horno prácticamente una por una: “Nosotros preparamos el fondo en el suelo del taller y venía Miró y lo pintaba. El proceso de horneado posterior era diferente según los colores”. Gardy recordaba que era “un placer” trabajar con Miró que conoció a su padre, Joan Gardy Artigas, en los años 1910 en la escuela de arte que el pintor Francesc Galí tenía en Barcelona. De él son, precisamente, las pinturas realizadas en 1929 de la cúpula del vestíbulo del primer piso del MNAC, donde ahora se exhibe el mural de Miró. Artista y ceramista mantuvieron una relación profesional a partir de la década de los cuarenta del siglo pasado. Fruto de ella son, por ejemplo, los grandes murales cerámicos de la Unesco de París o el del aeropuerto de Barcelona. Mezcla, como el instalado en el MNAC, del lenguaje de Miró con las cualidades de las artes de la tierra y el fuego".
Ver: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/11/28/catalunya/1385667160_269013.html
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