La actual propietaria de la Sala Granados, que adquirió el edificio a comienzos del 2017, ha derribado el interior, por lo que ahora sólo se mantiene en pie la fachada. La plataforma Salvem la Sala Granados ha explicado a betevé que el objetivo de la empresa es transformar el antiguo auditorio en un centro de estética. En este sentido, Mónica Pagès asegura que "una clínica que cirugía plástica es mucho más rentable que una sala de conciertos" y añade que "la cultura no se valora."
Además, la plataforma lamenta que ha pedido en reiteradas ocasiones a las diversas administraciones que adquirieran el edificio para gestionarlo y velar por conservar el patrimonio cultural de la ciudad. De hecho, en marzo del año pasado, el gobierno municipal descartó comprar la Sala Granados Ante esta situación, el Grupo Municipal de Izquierda ha pedido al gobierno municipal que proteja el patrimonio de la ciudad de la especulación urbanística y recuerdan que en esta legislatura se han perdido otros espacios emblemáticos como el Restaurante Pitarra o el Colmado Quílez . La Sala Granados, un edificio modernista que data de 1911 La Sala Granados es un edificio construido a comienzos del siglo XX por el doctor Salvador Andreu para el reconocido compositor Enrique Granados. En el interior, había una sala de conciertos y un espacio donde el músico trabajaba. Años más tarde, el edificio fue convertido en un estudio de doblaje." Ver: https://beteve.cat/societat/adeu-a-linterior-de-la-sala-granados/
"El auditorio de Granados
La torre de la avenida del Tibidabo donde el compositor interpretaba sus obras está a la venta después de años de abandono
A partir de 1936 fue la sede de La Voz de España
CRISTINA SAVALL BARCELONA
En la avenida del Tibidabo, 18, entre la escuela Projecte y la
clínica privada de la mutua Maz -una de las zonas más exlusivas y caras
de Barcelona- se alza una torre abandonada en la que cuelga el letrero
de «en venta». Detrás de este muro amarillento con relieves de mujeres
griegas se esconde un tesoro para la memoria de la ciudad, ya que se
trata de la antigua Sala Granados, que en 1911 el doctor, farmacéutico y
mecenas Salvador Andreu construyó para que el célebre pianista
dispusiera de un auditorio para exhibir sus composiciones ante la alta
burguesía. A cambio, Granados impartió clases de piano a las hijas del doctor
Andreu, Carmen, Madronita y Paquita. Pero solo pudo disfrutar de su
sala de conciertos hasta 1916, año en que él y su mujer fallecieron
trágicamente tras zarpar de Nueva York en un barco que fue torpedeado
por un submarino alemán. El músico emprendía el viaje de retorno tras
actuar en la Casa Blanca. Tras la muerte del mecenas en 1928, la finca
cosntruida en un solar de 900 metros cuadrados pasó a manos del
empresario Pedro Maria de Reinosa Vilanova, que la puso en alquiler en
1936, cuando estalló la guerra civil. La residencia lleva dos años desamparada, olvidada en la noche de
los tiempos, sin luz ni agua y con un precioso jardín asilvestrado, que
Granados contemplaba desde la ventana del pequeño apartamento construido
en la planta alta para inspirarse a la hora de componer obras. De ese
tiempo son las célebres Goyescas, Cuentos de juventud y El libro de las horas, cuya primera partitura se titula En el jardín. La segunda vida de la torre, no obstante, también forma parte de
la memoria colectiva de la ciudad, ya que acogió los primeros estudios
de doblaje inaugurados en Barcelona, La Voz de España, que se
desplazaran en el 2010 a Cornellà «tras la revisión de un desfasado contrato de alquiler del que la compañía se beneficiaba desde 1936»,
explica Jaume Coll, administrador especializado en patrimonios, que se
encarga de la venta de esta edificación que es propiedad de la compañía
de seguros Reale. Julio Quirós, directivo de esta empresa afincada en
Madrid, cuenta que en 1980 De Reinosa vendió la torre a la sociedad
Bemado, que a su vez la traspasó a la Mutua Patronal Panadera de
Accidentes de Trabajo, que «siguió manteniendo el contrato de arrenda- miento con La Voz de España». En 1987, Reale absorbió a esta mutualidad catalana, pero no liberó la finca hasta el 2010.
«Hace cuatro meses la pusimos a la venta por 2.200.000 euros. La
mayoría de peticiones son para residencias privadas y resturantes, pero
el ayuntamiento únicamente la destina a equipamientos», cuenta Coll,
mientras agrega que el solar dispone de 900 metros cuadrados
edificados, aunque ni un centímetro se salva de la rehabilitación. Hoy es un lugar idóneo para los exploradores de lugares
abandonados. En una habitación que estaba tapiada en el desván se
encuentra rodeado de trastos un atril que bien prodría haber pertenecido
a Granados, y en las salas que acogían los doblajes aún se encuentran
latas con cintas de películas. Hay un intelectual, que pide mantenerse en el anominato, que se ha
reunido con Jaume Ciurana, concejal de Cultura, para pedir que no se
pierda este espacio tan emblemático. «Tenemos mil infraestructuras y dejamos que se caiga a pedazos la casa de Granados», lamenta este portavoz. Según él, «en Barcelona hay un gran desconocimiento de la importancia que tiene internacionalmente el patrimonio musical». Por ello pide voluntad política para que la torre vuelva a acoger la Sala Granados. «En la zona alta falta un espacio así». Barcelona sí que dispone del fondo de documentos, partituras
originales y objetos cedidos en 1993 al Museu de la Música por la
familia Carreras-Granados." Ver: https://www.elperiodico.com/es/barcelona/20120608/el-auditorio-de-granados-1892541
Avinguda del Tibidabo, 18
Actualización Agosto 2023
"La casa de Granados, derruida
Patrimonio histórico
Barcelona ha perdido la oportunidad de recuperar el auditorio del compositor
Va
camino de ser la historia más triste de los anales de la Barcelona
musical. Del número 18 de la avenida Tibidabo, esto es, de la antigua
Sala Granados que en 1911 hizo construir el doctor y mecenas Salvador
Andreu para que el célebre pianista dispusiera de un auditorio donde se
pudiera seguir manifestando la vida musical en la ciudad, ya no quedan
más que las paredes laterales y la fachada, apuntalada y de apariencia
frágil. El resto es historia.
Los
dos sótanos de 300 m² cada uno han sido derruidos también sin que la
Generalitat o el Ayuntamiento hayan considerado la posibilidad de
hacerse con el inmueble para mantenerlo como sala de conciertos y demás
usos culturales. Porque, entre otras cosas, la acústica era excelente,
tal y como atestiguaba La Vanguardia hace un siglo.
¿Qué
tiene que decir la municipalidad sobre el estado de un inmueble que
escondía un valioso tesoro para la memoria de la ciudad?
No
se trataba de un edificio protegido. El promotor que lo adquirió en su
día, lo derribó. Actualmente se está habilitando para usos privados”.
Así
de escueta es la respuesta del Institut de Cultura de Barcelona (ICUB)
en este mandato que comienza. Las anteriores también dejaron claro que
no estaba “entre los planes del Ayuntamiento comprarlo” ni garantizar su
uso cultural, por mucha plataforma Salvem la Sala Granados que se
hubiera constituido.
Protegida
o no, la finca fue adquirida hace seis años, según consta en el
Registro de la Propiedad, por un doctor estético. Se trata de una finca
que, como se puede leer en el Pla General Metropolità, no admite el uso
de vivienda pero sí otros culturales, educativos, deportivos,
administrativos y... sanitarios. El facultativo, no obstante, ha
declinado atender a este diario y dar a conocer sus planes para el
emplazamiento que en origen se destinó al genio catalán de la música.
La finca es contemporánea de su emblemática Goyescas .
Allí tenía Granados un cuarto de trabajo que miraba al jardín
posterior, y albergó en su sala a importantes músicos europeos, como su
amigo y gran figura del piano Édouard Risler o el violinista Jacques
Thibaud. No tendrá un gran valor arquitectónico, pero está incluida, eso
sí, en el catálogo del patrimonio arquitectónico dentro del conjunto de
la Avenida del Tibidabo, con un nivel de protección C. Lo que significa
que debe ajustarse al paisaje y respetar las condiciones ambientales y
la integración en el sector que se ubica.
De
hecho, la avenida del Tibidabo es el eje vertebrador de la urbanización
que ocupó la antigua finca Frare Blanc. Y se llevó a cabo en la falda
central del macizo de Collserola por la Societat Anònima del Tibidabo y
bajo la iniciativa del mismo Doctor Andreu, farmacéutico. Era una
urbanización de veraneo que se extendía a modo de ciudad jardín lineal,
por cuyo eje circulaba, para salvar el desnivel de la ladera y
flanqueado por grandes aceras con árboles, un tranvía, el Tramvia Blau,
ideado también por el Dr. Andreu, al igual que el funicular que subía
hasta la cima del Sagrat Cor del Tibidabo. Se inauguró en 1901 y las
construcciones siguieron en aquellas primeras décadas de siglo XX el
imperante Modernisme, si bien no todas llevaban la firma de grandes
arquitectos como Puig i Cadafalch, que obró la espectacular Casa
Muntades.
Enric
Granados (Lleida, 1867, Canal de la Mancha, 1916) desarrolló sus
proyectos en este auditorio ahora “desprotegido” que mantiene sus musas
griegas en la fachada. Fue durante unos pocos años a partir de 1912, año
en que la burguesía acudió a inaugurarlo. Una de las primeras acciones
del compositor fue poner en marcha un proyecto de mecenazgo para
construir un monumento a Isaac Albéniz, con quien había afianzado su
gran amistad en sus años parisinos...
En 1915, Granados viajó con su esposa a Nueva York para el estreno mundial de la versión operística de Goyescas ,
un encargo que procedía de Jacques Rouché, el gerente de la Opéra de
París, pero que la gran guerra impidió que viera la luz en la capital
francesa. El éxito fue atronador. Granados fue recibido en la Casa
Blanca. Y habiendo perdido el transatlántico con el que regresaba a casa
en marzo de 1916, navegó a Gran Bretaña y tomó el Sussex destino a Francia... Y es conocido su trágico final, cuando ese buque fue torpedeado por un submarino alemán.
Un apunte: la ópera Goyescas tardaría
aún en estrenarse en España, como bien recuerda el crítico Jorge de
Persia: no sería hasta que la programó, en el verano de 1939, la primera
Quincena donostiarra, y poco después el Liceu, en su reapertura tras la
guerra civil, con Franco...
El
auditorio de Granados prolongó su uso como sala de conciertos hasta
finales de los años veinte, cuando murió el Dr. Andreu. Manuel de Falla
estuvo allí. Luego, en 1933, la Voz de España la ocupó como estudio de
doblaje, uso que se prolongó hasta el 2009, cuando se revisó el
desfasado contrato de alquiler. El edificio se fue deteriorando desde
que ese año fue abandonado por la mencionada empresa de doblaje que lo
arrendaba.
Hubo incluso un proyecto para mantenerla como sala de conciertos para la
ciudad, además de hacer un espacio museístico que albergara de manera
audiovisual el archivo Granados, que se encuentra en su mayor parte en
la Biblioteca de Catalunya y en el Museu de la Música de Barcelona. Pero
en 2018 comenzó su derribo. Ahora cabe esperar que al menos se produzca
una recuperación estética de la fachada."
Se
habla mucho de la memoria, pero en nuestra sociedad tardan poco en
olvidar. El músico Enric Granados –conocido aquí por su calle del
Eixample barcelonés– tuvo el placer de inaugurar el 4 febrero de 1912 su
auditorio en la avenida Tibidabo, 18, construido a tal efecto por el
Dr. Salvador Andreu.
Hace
apenas siete años, en el 2016, se conmemoró el centenario de la trágica
muerte del músico nacido en Lleida en 1867. Aún quedaba la finca en
pie, deteriorada por las necesidades de un uso no muy afín a sus
orígenes (empresa vinculada al cine), Guerra Civil por medio, y por el
abandono de años al desalojarla. Ni antes ni después las
administraciones públicas culturales y del patrimonio señalaron el lugar
con una placa ni se interesaron por la memoria. Y no por falta de
información y propuestas, por cierto: se había constituido ya la
plataforma Salvem la Sala Granados y en el 2012, con motivo del
centenario de su inauguración, hablamos en estas páginas del tema.
En
un encuentro casual, el responsable de Seguros Reale (entonces
propietarios de la finca) manifestó no tener idea del tema, ya que
llevaba poco tiempo en su cargo. Después silencio… Para el Ayuntamiento
de entonces el tema era difícil, pues era propiedad privada, y para el
posterior… Ya conocemos lo que fue su compromiso con la cultura, que
hasta no veía mal que hubiese okupas en lo que fue el taller de Torres
García en Sarrià… Entretanto, entidades importantes piensan en proyectos
de construcción de nuevas salas, y al mismo tiempo apenas se mantienen
en pie testimonios de la cultura de Barcelona como el teatro Arnau o el
teatro Principal….
El
verano del 2018 llegó la piqueta y el derribo de Tibidabo, 18… Quedó la
anónima fachada resquebrajada y apuntalada con sus cuatro musas a la
espera de que un temporal la haga caer y triunfe definitivamente la
falta de memoria."
El
doctor Andreu fue un farmacéutico barcelonés que inventó unas pastillas
contra la tos que le hicieron multimillonario. A finales del siglo XIX
compró unos terrenos en la vertiente sur de la montaña del Tibidabo, que
los urbanizó para abrir una gran avenida que
acogiera en su seno a las familias más ricas de la creciente ciudad de
Barcelona. Y fue algo que consiguió, en poco tiempo se empezaron a
construir a lo largo de esa avenida que se llamó en un principio passeig
del Funicular, un conjunto de casas que quitaban el hipo por su
esplendor al visitador más exigente. Se le llamó passeig del Funicular
porque era una avenida que se allegaba hasta una plaza, que era de donde
partía el funicular que subía hasta el parque de atracciones del
Tibidabo también promocionado por el doctor Andreu. El doctor Andreu
falleció en Barcelona en el año 1928, por eso el alcalde republicano de
Barcelona don Jaume Aguader i Miró quiso poner en el año 1931 su nombre a
la avenida que en su momento había comprado y promocionado, por eso
cambió el nombre de passeig del Funicular por el de avinguda del Doctor
Andreu, que así se estuvo llamando esta avenida hasta el año 1979 que
el alcalde de Barcelona don Narcís Serra la dejó definida para siempre
como la avinguda del Tibidabo, que es el nombre que sigue manteniendo en
la actualidad."
Actualización Agosto 2024
"Las musas de Enric Granados
Barcelona Secreta
Un palacete modernista de
la avenida del Tibidabo del que solo queda en pie la fachada fue la
academia y estudio del compositor desde 1911 hasta su muerte en 1916,
cuando los alemanes torpedearon el barco en el que viajaba
Fue
el palacete modernista donde durante un lustro compuso y enseñó el gran
músico Enric Granados. Hoy, tan solo queda la fachada en un avanzado
estado de deterioro, la fecha 1911, año en que se inauguró, un cartel de
una empresa que anuncia una próxima rehabilitación que nunca llega y el
relieve de cuatro musas. Hasta la muerte en 1916 del compositor, el
edificio fue la prestigiosa Academia Granados, en el número 18 de la
avenida del Tibidabo.
El
músico catalán había creado su academia en 1901 en la calle Fontanella.
La escuela creció tan rápido, que se tuvo que mudar a un local de la
calle Girona y, posteriormente, a la residencia familiar. Fue en 1911
cuando el doctor Salvador Andreu, amigo y mecenas, le construyó el
palacete justo enfrente de su residencia.
El
centro tenía cuatro plantas. Además de un auditorio, había aulas y
estudios donde componía. Además de las clases, en la academia también
tenían lugar conferencias, sesiones docentes magistrales y recitales de
los mejores intérpretes del momento. Entre ellos, el pianista Arthur
Rubinstein.
El
24 de marzo de 1916, en plena primera guerra mundial, el barco en el
que viajaban Granados y su esposa fue torpedeado por un submarino alemán
en el Canal de la Mancha. Ambos murieron. Uno de sus discípulos, Frank
Marshall, continuó la actividad de la escuela. En los años 20, con la
ayuda del siempre dispuesto doctor Andreu, intentaron potenciar la
academia con una sala de conciertos y espacio escénico, pero la muerte
del mecenas barcelonés frustró el proyecto. En 1936, se instaló en el
palacete una empresa de doblaje cinematográfico que funcionó hasta el
2009, cuando la entonces propietaria del inmueble, Reale Assegurances
reclamó un alquiler inasumible. Desde entonces está abandonado.
Hace
siete años, adquirió el edificio una clínica de estética que derribó el
interior del palacete. La fachada resistió al estar protegida. Antes,
la plataforma ciudadana Salvem la Sala Granados, intentó impulsar una
sala de conciertos que no prosperó. Pero allí resisten, pese a todo, los
relieves de las musas."
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