Ver: http://www.poblesdecatalunya.cat/element.php?e=9023
Carrer Salvà, 42
Quien trabaja actualmente en este comercio dice que el mosaico estuvo originalmente en el pabellón de Holanda en la Exposición Universal de 1888 y que fue adquirido por los adinerados dueños del negocio y trasladado al Poble Sec para embellecer su tienda... (Ver nota al final)
Graxias por su aportación a: Rosendo Muñiz Soler
"CARRER SALVA
Las
murallas de Barcelona se empezaron a derriban en el año mil ochocientos
cincuenta y cuatro, esto dio pie a presentar un proyecto que permitiera
urbanizar todo lo que se conocía como el Llano de Barcelona, una zona
despoblada que como había estado sometida a la Ley de la Milla,
permanecía en un abandono permanente. A la derecha de la vieja ciudad
amurallada existían unos terrenos que como estaban secundados por el
castillo de Montjuic, también participaban de la ominosa Ley de la
Milla, una ley que impedía habitar los territorios que pudieran ser
víctimas del alcance de las bombas de los cañones. Bien, pues así como
se puso en marcha el plan de construir un Eixample en el Llano de
Barcelona, en la zona poniente del castillo de Montjuic nadie se
preocupó de la suerte de aquellas tierras. Por eso sus propietarios
decidieron crear un sistema de urbanismo, y se pusieron también a abrir
nuevas calles. Calles que no coincidían para nada con el bosquejo que se
estaba desarrollando en el nuevo Eixample, porque se planificaron unos
croquis encaminados para construir casas sencillas para la gente
trabajadora. De esta forma tan singular aparecieron pronto tres barrios
en la zona que enseguida se iba a denominar como el Poble Sec. Estos
barrios fueron los conocidos como la França Xica, Santa Madrona, y las
Huertas de San Bertrán. Siguiendo el compás del nuevo Eixample que se
iba urbanizando en la creciente Barcelona, el área del Poble Sec se
empezó también a desarrollar abriendo un sinfín de nuevas calles en el
tercer tercio del siglo XIX. Calles que eran bautizadas muchas veces con
el nombre de los propietarios de las tierras, otras muchas veces con
nombres principalmente de santos, y en ocasiones se recurría a
personajes relevantes de la historia de Cataluña como fue el caso de la
calle Salvá, que estaba dedicada a don Francesc Salvá i Campillo, un
médico que había nacido en Barcelona, en concreto en la calle de
Petritxol en el año mil setecientos cincuenta y uno, que destacó por las
exitosas campañas de vacunas que hizo contra la viruela, y también por
el afán que desarrolló para animar a los jóvenes barceloneses a volver a
inquietarse por la medicina, anhelo que había quedado muy mermado tras
la guerra de Sucesión de mil setecientos catorce. Por eso el señor Salvá
creó en Barcelona lo que se definió como una cátedra clínica. En otro
orden de cosas, el señor Salvá fue el impulsor del telégrafo eléctrico,
hizo unos estudios relacionados con la navegación submarina, el futuro
submarino, y también sobre el medio de transporte dirigido por carriles,
todavía no existía el ferrocarril en aquellos años. Un personaje
barcelonés que llamaba la atención a los propietarios de las tierras del
Poble Sec, en particular a los terratenientes de la barriada de la
França Xica, que por eso bautizaron a una de las nuevas calles que iban
construyendo con el nombre de carrer Salvá, que es el nombre que se ha
seguido manteniendo hasta la actualidad."
Susi Planes Aylagas
"Yo iba a comprar el desayuno çara ir al colegio que tambien estaba en calle Salva Era una lecheria y la señora se llamaba Encarna"
Quieres creer que nunca me he fijado.
ResponderEliminarPasaré por allí en cuanto pueda.
Gracias.
Dolores Pellicer Travé fue a pasear por Montjuïc, cuando estaban recogiendo los estands de la Exposición Universal de 1929, y se fijó en el estand de Holanda, que tenía un bonito mosaico. Le gustó mucho y creyó que quedaría muy bien en la fachada de la vaquería que regentaba con su marido Buenaventura Piñol Montaña y pidió comprarlo. Se lo vendieron, y lo hizo instalar en la entrada, poniendo en la parte superior derecha las iniciales de su marido.
ResponderEliminarEn el interior había un arrimadero muy bonito con una cenefa de angelitos, donde se vendía la leche, mató, nata, mantequilla… Y había unas mesas donde se podía tomar un buen chocolate.
Años más tarde regentó la vaquería su hija pequeña junto a su marido hasta 1957, año en que se traspasó el negocio.
(Historia explicada por 2 de sus nietas)