"Interesante conjunto que combina edificios modernos
de nueva planta con un antiguo hotel del siglo XIX completamente
rehabilitado, con fachada a la Rambla. Había sido la Fonda Falcón,
después Grand Hotel Falcón (1879) y posteriormente fue ocupado por la empresa Riegos y Fuerzas del Ebro. Durante la guerra fue la sede del POUM.
La
rehabilitación y la construcción de los edificios anexos se hizo en
1991-92, según proyecto de Josep Benedito y Jaume Llobet. A la entrada
de la plaza podemos contemplar un mural de Josep M. Riera i Aragó."
"En 1959, el arquitecto Jordi Figueres Anmella, por encargo del empresario Víctor Ivanow Bauer, proyectaba la fábrica de Pintures Ivanow en un solar del industrializado barrio de La Sagrera. El edificio no empezó a levantarse hasta 1967 y fue inaugurado en 1968. Se trasladó la actividad a la Zona Franca y fue ocupada por varias empresas textiles hasta 1997.
La cubierta a la catalana terminaba el edificio con una superficie ondulada cerámica que le caracterizaba. Desgraciadamente, los aguaceros del 2005 la hundieron y todavía no ha sido posible reconstruirla. En 1998 nace la Nau Ivanow como nuevo espacio para la creación, producción y difusión de la cultura contemporánea, de la mano del arquitecto Xavier Basiana. Aquí tiene su sede el Centro de Documentación de la Sagrera. "
"Barcelona-Clot (Sagrera) es una antigua estación de ferrocarril de Adif, ubicada en el barrio de La Sagrera de Barcelona. Dedicada en exclusiva al tráfico de mercancías, fue construida por la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (M.Z.A.) y entró en servicio en 1922.
Fue clausurada en los años 1990 y actualmente está siendo desmantelada para construir en su lugar la estación intermodal Barcelona-La Sagrera. Se conserva un edificio, destinado a oficinas de la obra de Adif.
Situación ferroviaria
La estación formaba parte de la línea a Francia (Barcelona-Cerbère), entre las estaciones de Clot-Aragó y San Andrés Condal.
En 1960 se construyó el ramal Besós, que enlazaba la Sagrera con la línea del litoral en San Adrián del Besós, únicamente para tráfico de mercancías. A partir de 1989, al ser desmantelado el ramal de Marina, se desdobló el ramal Besós para dar también servicio a la línea de pasajeros Barcelona-Massanet-Massanas.
Historia
Aunque la línea Barcelona-Granollers entró en servicio en 1854, esta estación no se construyó hasta 1918. El fuerte crecimiento industrial de San Martín de Provensals había saturado las estaciones de Barcelona-Clot (actualmente Clot-Aragó) y de Francia. Para descongestionarlas, en 1918 la compañía propietaria de la línea, M.Z.A.,
empezó la construcción de una nueva estación para el transporte de
mercancías, unos metros más al norte de Barcelona-Clot, en el barrio de La Sagrera, cerca del apeadero de Horta, que fue desmantelado. Con el nombre de Barcelona-Clot (Sagrera), la estación entró en servicio en 1922.
La estación estaba formada por dos edificios de planta y dos
pisos de altura, destinados a oficinas y viviendas de los trabajadores
ferroviarios y sus familias. Estaban situados a ambos lados de la
entrada principal, por la calle Baixada de La Sagrera. Barcelona-Clot
(Sagrera) era uno de los espacios ferroviarios de mayor extensión de Barcelona, con una superficie total de 200.000 m² y 17,5 km de vías, que se extendían entre los puentes de Bac de Roda y de la Riera Horta. En los años 1950, alrededor de este espacio, nació uno de los mayores asentamientos de barracas de Barcelona, conocido como La Perona, eliminado con vistas a los Juegos Olímpicos de 1992.
En 1986 se publicó el primer estudio sobre la llegada de la alta velocidad a Barcelona, que proponía la construcción de una estación terminal en La Sagrera. El proyecto se concretó en 1994, cuando el Ayuntamiento de Barcelona aprobó el derribo de la estación de actual para construir en su lugar una gran estación ferroviaria intermodal, Barcelona-La Sagrera, así como un parque sobre las vías cubiertas. La estación de mercancías trasladó la mayor parte de su actividad a la instalación logística de La Llagosta y a finales de los años 1990 dejó de dar servicio ferroviario, aunque mantuvo su función residencial para antiguos trabajadores de RENFE.
En 2004 se aprobó el Plan General Metropolitano para la
ordenación de la estación de la Sagrera y su entorno y en 2007 empezó a
desmantelarse la treintena de naves de la antigua estación. En 2011 se derribaron las casas de planta baja de la calle Berenguer de Palou, antiguas viviendas de los trabajadores, y en 2012 se demolió el edificio norte de la estación.
Desde entonces el único elemento en pie de la antigua estación es el
otro edificio principal, que está ocupado por viviendas y oficinas de Adif de atención al público, y cuyo demolición está previsto en 2026"
Ya
no queda nadie en la antigua estación de mercancías de la Sagrera, con
todas las puertas y accesos tapiados. En su interior descansan atrapados
los restos y los recuerdos de una larga historia que empezó en 1922 y
ha acabado en diciembre del 2025. El monumental edificio centenario está
condenado a la piqueta para dejar paso a los avances en la urbanización
del entorno de la futura estación de la Sagrera a no ser que llegue un
inesperado indulto en el último momento.
Operarios tapiando la entrada al edificio el pasado viernes al mediodía Nacho Vera
En
la planta baja de este inmueble ha trabajado durante los últimos 17
años el personal técnico al frente de las obras de la nueva estación. Lo
han hecho en el mismo espacio donde hasta los años 90 se expedían
mercancías que entraban y salían de Barcelona en ferrocarril al resto de
España y al extranjero. Por aquel entonces, en las plantas superiores
vivían familias de ferroviarios en unos luminosos pisos de techos altos a
los que se llegaba a través de una escalera noble que no tenía nada que
envidiar a los señoriales edificios del Eixample. También había un
espacio más modesto de pernoctación para maquinistas y personal que
debía pasar una noche allí.
Vestíbulo que daba acceso a diversas de las viviendas para personal del sector ferroviario que luego fueron ocupadas Nacho Vera
Cuando
se fueron las últimas familias que vivían legalmente en los pisos, en
el 2011, en plena crisis económica llegaron los ocupas. Un número
variable de personas han estado allí incluso empadronadas hasta mayo de
este año, como atestiguan varios ejemplares de La Vanguardia abandonados
en una cocina con el que se envolvieron cuidadosamente unos cuadros que
alguien en el último momento de la mudanza decidió abandonar. Una olla
se quedó puesta en la cocina como si fuesen a volver al día siguiente.
Una cocina congelada en el tiempo desde que sus habitantes se fueron en mayo Nacho Vera
La
parte habitada por familias contrasta con otra más problemática en la
que sus inquilinos dejaron jeringuillas usadas y todo tirado por el
suelo. Arriba, una azotea con vistas privilegiadas en las que se
instalaba una gran piscina en verano.
La convivencia tranquila de algunas viviendas contrastaba con la droga y la vida más agitada de otras Nacho Vera
En
el edificio convivían dos mundos paralelos, cada uno de ellos con una
entrada distinta: ingenieros y jefes de obra en la planta baja, ocupas
en las superiores. Los de arriba sabían cuando podían hacer ruido y
cuando era mejor pasar desapercibidos, como hicieron en los días
señalados en la historia de este lugar, como fueron el registro de la
Guardia Civil por sobrecostes que detuvieron las obras dos años en el
2016 o la presentación del plan de Rodalies con el entonces ministro
José Luís Ábalos en el 2020.
El
coordinador de las obras de la Sagrera, Luis Ubalde, que ahora también
es el jefe de la oficina técnica del plan de Rodalies, ejerce de guía
para este diario por todos los espacios del inmueble minutos antes de
que sea tapiado. Sus habituales explicaciones técnicas e históricas muy
meticulosas las impregna esta vez de historias más humanas vividas en
este inmueble, “donde los de arriba tenían a favor la ley... de la
gravedad”, según cuenta con una sonrisa. Esto es, que si en algún
momento los ocupas se enfadaban por algo y querían hacerse notar,
colapsaban los bajantes y las aguas fecales inundaban las oficinas de la
planta baja.
Mobiliario abandonado por los últimos ocupantes del edificio Nacho Vera
Ubalde
fue el último en salir el viernes del edificio en el que ha trabajado
los últimos 15 años. El personal técnico de las obras de la nueva
estación de la Sagrera ya ha trasladado todos sus documentos, planos y
maquetas con los que trabajaban en este privilegiado mirador desde el
que han visto avanzar el proyecto de infraestructuras de mayor dimensión
que hay en marcha en Catalunya.
“La
estructura del edificio ha impulsado un trabajo sin parcelas, con una
comunicación transversal entre los diferentes equipos que ha impulsado
la coordinación y la motivación para hacer avanzar las obras”, destaca
Ubalde, que trata de imponer su habitual posado de ingeniero serio. Lo
consigue de aquella manera, ya que acaba visiblemente emocionado al
recordar el paso de la vida durante todo este tiempo: aquellos que ya no
están y los que han ido llegando.
El
edificio propiedad del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias
(Adif) ahora pasa a manos del consorcio Barcelona Sagrera Alta Velocidad
(BSAV), que es quien ya ha encargado el proyecto ejecutivo del derribo.
Si nada lo evita, en el lugar se levantarán pisos y un terraplén que
unirá con la futura estación y el parque lineal proyectado en su
cubierta.