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16 nov 2019

01/11/2019 Villa Joana y Albula V de Pablo Palazuelo

"Villa Joana es una antigua masía de Vallvidrera (distrito de Sarrià – Sant Gervasi, Barcelona) situada dentro del Parque de Collserola. ​ Es un edificio de planta baja y dos pisos con cubierta a dos vertientes. La corona una torre mirador y presenta galerías laterales añadidas. Un elemento muy característico es el reloj que preside la fachada principal. Actualmente es un centro museístico dependiente del Museo de Historia de Barcelona.(MUHBA)

Historia
Villa Joana fue una de las masías más importantes de Vallvidrera. Documentada des del siglo XVI fue adquirida en el siglo XIX por la familia Miralles, que la reformó completamente y le dio carácter residencial y el nombre de Villa Joana con el cual es conocida. En mayo de 1902, Ramón Miralles acogió al poeta Jacint Verdaguer cuando los médicos le recomendaron aires de montaña para paliar los efectos de su avanzada tuberculosis. Verdaguer murió en esta casa el día 10 de junio de aquel mismo año.

Las Escuelas Vilajoana
En 1917 se planteó la reforma de las enseñanzas especiales tuteladas por el Ayuntamiento de Barcelona y a partir de 1920 éstas se instalaron en Villa Joana, aprovechando las ventajas que desde el punto de vista higienista ofrecía su entorno natural. En el año 1920, el Ayuntamiento de Barcelona activó la compra de la propiedad a la familia Miralles y habilitó la casa como escuela de educación especial. 

El proyecto de las Escuelas Vilajoana incluía una parte pedagógica (escuela de deficientes, escuela de ciegos ​ y escuela de sordomudos) y una parte científica: un laboratorio general de estudios e investigaciones (con ramas dedicadas a la antropología, la psiquiatría, la psicología, la fonología, la óptica y la otorrinolaringología) que actuaba como centro director del conjunto de la institución pedagógica. Las Escuelas Vilajoana contaron con profesionales de gran prestigio como el doctor Jesús María Bellido i Golferichs, el psiquiatra Joan Alzina i Melis,​ el fonetista Pere Barnils i Giol (primer director de la escuela de sordomudos), o Joan Llongueras (responsable de la educación musical para el ritmo), pudiendo considerarse, así, una institución modélica en el ámbito de las enseñanzas especiales. 

Se crearon, dentro de la escuela, talleres de carpintería, imprenta, cestería y fotografía, entre otros. La escuela de sordomudos permaneció en Villa Joana hasta 1925 y la de ciegos hasta 1954, de modo que a partir de esta fecha Villa Joana pasó a ser, exclusivamente, un centro educativo para deficientes. En 1973 esta escuela se trasladó a un edificio de nueva construcción situado en las inmediaciones.

Museo
En 1962 el Ayuntamiento de Barcelona acordó convertirla en museo dedicado a la memoria de Jacinto Verdaguer como centro vinculado al Museo de Historia de Barcelona. El traslado de la escuela, en 1973, facilitó el pleno desarrollo del museo verdagueriano.

En el año 2014 se emprendieron las obras de rehabilitación integral de la casa y una completa renovación de su contenido museográfico. MUHBA Vil·laJoana abrió de nuevo sus puertas al público en junio de 2016. 

La actual exposición permanente de MUHBA Vil·la Joana permite conocer la historia de la propia casa, incoprorando elementos como los objetos de cerámica hallados durante las excavaciones llevadas a cabo a raíz de las obras de remodelación en 2014-2016, muestras de los pavimentos, de los antiguos muros, el lagar de la masía, etc. 

Otro apartado de la exposición permanente hace referencia a las Escuelas Vilajoan. A continuación, y todavía en las salas de exposición de la planta baja, el discurso museográfico se focaliza en la literatura 

Las salas de exposición del primer piso están dedicadas a Jacint Verdaguer y a Barcelona como ciudad literaria. 

En la segunda planta se han habilitado salas de reunión para acoger jornadas y sesiones de trabajo."

Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Villa_Joana

En el exterior puede verse la escultura de Pablo Palazuelo, Álbula V:

"Libro abierto hecho con planchas de acero inoxidable. Hecho con motivo del 150 aniversario del nacimiento del mossen Jacint Verdaguer"

Ver: https://bcnroc.ajuntament.barcelona.cat/jspui/handle/11703/79133
Carretera de l'Esglèsia, 104





Albula V, A Mossèn Jacint Verdaguer. Escultor: Pablo Palazuelo, firmada 199. Plancha de hierro sobre pedestal de piedra arenisca









13 feb 2019

31/01/2019 Fornícula de Santa Eulàlia

"‘Fornicula forniculorum’
Las imágenes y tallas que adornaban muchas fachadas eran motivo de fama y reverencia, y una forma de orientarse por unas calles sin placas ni números 


Donde termina la calle de Sant Sever y empieza la Baixada de Santa Eulàlia, se encuentra una pequeña capilla dedicada a una de las patronas de la ciudad. Ayer olvidada y deslucida, hoy es motivo de curiosidad para los turistas que vienen a escuchar la historia de su martirio, y el descenso por esta empinada calle metida en un tonel que contenía clavos, cristales o cuchillos según la versión. Nuestra sociedad moderna apenas atiende a estas devociones. Pero, como los actuales visitantes que vienen a hacer fotos, antaño las imágenes y tallas que adornaban muchas fachadas eran motivo de fama y reverencia, y una de las formas que tenían los transeúntes no letrados de orientarse por unas calles sin placas ni números de casa.
Las capillas vecinales aparecieron al final de la Edad Media, muchas de ellas financiadas por los gremios. En el Concilio de Trento se dictaron leyes sobre las imágenes, que quedaban divididas entre dogmáticas (Cristo, la Virgen, apóstoles y evangelistas), y devocionales (santos y santas recomendadas por el pueblo contra enfermedades o plagas). La costumbre de decorar determinados edificios con motivos religiosos fue muy común en aquellos años. Las hornacinas (del latín fornix (horno), que también es el origen de la palabra catalana fornicula), se hicieron tan populares en Barcelona que en 1770 se tuvo que regular su tamaño y forma. A partir de aquellas nuevas ordenanzas no se permitía vestir a las imágenes, y el tejadillo no podía sobresalir más de un palmo de la pared.
Entonces había tres tipos de capillas: las que contenían grandes esculturas (pagadas por el clero o los gremios), las empotradas en la fachada con una talla o una imagen de azulejo, y los mosaicos adosados directamente a la pared, fruto con frecuencia de la fe del propietario de la casa. El barroco fue la gran época para las hornacinas, aún podemos verlas cobijando voluminosas estatuas en iglesias como la de Betlem, la Esperança, Sant Sever o Sant Miquel del Port. En la Casa de la Convalecencia esquina con Egipciaques hay una talla de san Pablo obra de Domènec Rovira el Joven. En la placita de Marcús se encuentra la imagen de san Juan Evangelista, adosada a la antigua Casa del Gremi d’Assaonadors. Un san Miguel decora la Casa del Gremi de Revenedors en la plaza del Pi. Y la Inmaculada resiste empotrada en la esquina de la Casa dels Velers, en la Via Laietana.
A partir del siglo XIX, estas imágenes religiosas comenzaron a sufrir ataques por parte de los liberales, que cuando llegaron al poder en 1820 ordenaron retirar las capillas callejeras por considerarlas supersticiones, y sustituirlas por lápidas con artículos de la Constitución de Cádiz. Y tres años más tarde se ordenaba a particulares y corporaciones quitar de la vía pública aquellas imágenes que les perteneciesen. Paradójicamente, uno de los últimos ejemplos que quedan de ese culto laico a la ley se encuentra sobre el retablo de la Pietat, situado en el portal del mismo nombre que da al claustro de la catedral, donde aún pueden leerse unas pocas letras de uno de aquellos versículos del culto constitucional. Aquello duró un trienio, en 1823 regresaban los absolutistas con un ejército francés, y restablecían a Fernando VII en el trono. Con él fueron borrados los artículos de La Pepa, y sustituidos nuevamente por capillas. Esta alternancia de destrucción y restitución fue una constante en la historia de nuestro país, similar a la costumbre de rebautizar las calles según las ideas del momento.
Hoy conservamos hornacinas vacías, como la de la calle de la Pietat fechada en 1556, o la de la calle del Carme con Egipciaques. Hornacinas oficiales, como san Jorge en la fachada de la Generalitat. Hornacinas populares, como la Virgen de la calle Montalegre, o la Merced de la calle Petritxol. Recónditas como el Santiago de Nou de la Rambla, y humildes como la de san Paciano en la travesía de su nombre. Las hay modernas, como la Moreneta en una cueva de rocalla sobre la puerta de un edificio de la calle Tamarit. Monumentales como la Asunción de la Casa del Drapaire en la Gran Via. O prácticamente invisibles, como la que cobija el ángel que se apareció milagrosamente a san Vicente Ferrer en el Portal de l’Àngel, oculto entre los árboles. Hornacinas que guardan de la lluvia muchas de las historias que todavía no se cuenta a los turistas."

Ver: https://elpais.com/ccaa/2015/08/03/catalunya/1438625025_681751.html
Carrer de Sant Sever/Vaixada de Santa Eulàlia

Bajo la hornacina se encuentra un mosaico con un fragmento del poema "Martiri" de Mosén Cinto Verdaguer











31 ene 2017

22/10/2016 Palau Moja III: Interior (Gran Salón y Capilla)

"En 1870, Antonio López y López, nacido en Comillas, Cantabria, hizo una gran fortuna en Cuba y compró el Palau Moja de Barcelona; cinco años más tarde, en 1875 pasó a ser su residencia personal, haciendo obras importantes de reformas y decoración. La antigua residencia noble pasó a ser una residencia de nuevo rico. En 1878 fue nombrado Marqués de Comillas pasando a ser noble y senador. La entrada de la familia Comillas-Güell en el Palacio de las Ramblas, se tradujo en un cambio ornamental barroco por nuevas tendencias francesas que proponían volver al clasicismo y recuperar la sobriedad de líneas en la planta noble, haciéndose los salones rosa, azul y verde.El marqués de Comillas estaba muy vinculado a la monarquía, y especialmente a Alfonso XII, que, después de la Restauración, incluso durmió en el salón azul de la mansión. En 1891, el Marqués de Comillas instaló en el segundo piso del Palacio las oficinas de la 'Compañía Trasatlántica' de la que era fundador y presidente, teniendo la exclusiva de la ruta entre España y Las Antillas. El marqués fue mecenas y protector de Jacinto Verdaguer, el cual le dedicó La Atlántida. Mosén Cinto pasó a residir en la segunda planta del Palacio Comillas entre los años 1,876 y 1891. Celebraba misa para la familia en la capilla anexa al salón principal. Parte de sus jardines fueron usados ​​para construir los almacenes SEPU. 
El primer marqués de Comillas, tuvo cuatro hijos: Antonio, Claudio, MªLuisa e Isabel casada con Eusebi Güell (conde de Güell). A partir de este momento se unen las familias Comillas y Güell. Una vez muerto el segundo marqués de Comillas (Claudio), su cuñado, conde de Güell, mecenas de Gaudí, pasó a residir en el Palau. Pero fue el hijo de éste, Juan Antonio Güell y López que fue alcalde de Barcelona entre los años 1930 y 1931, el que hizo colocar unos porches en la acera de las Ramblas para facilitar el acceso de los peatones. Juan Antonio Güell y López, tercer marqués de Comillas y segundo conde de Güell, tuvo dos hijos, el mayor tuvo el título de conde de Ruiseñada. El Palau pasó a ser residencia de tres noblezas, Marqués de Comillas, Conde de Güell y Conde de Ruiseñada.Durante la Guerra Civil Española, el Palacio pasa a ser sede de la CNT. En 1940, poco después de finalizar la guerra y mientras se restaura el edificio de la Aduana de Barcelona, ​​las oficinas, pasan al segundo piso del palacio. Posteriormente fueron las oficinas de la 'Compañía Transatlántica' (por segunda vez), hasta su traslado definitivo a la Plaza del Duque de Medinaceli. La segunda planta del edificio se convirtió en la sede del Banco Atlántico, ya que el marqués de Comillas fue uno de sus fundadores. A la muerte del tercer Marqués de Comillas en 1959, el Palacio entró en decadencia. En 1969 se declaró monumento de interés histórico y artístico y un año más tarde sufrió un grave incendio que lo afectó mucho.En el año 1981 la Generalidad de Cataluña compró el edificio y comenzó su restauración. En la actualidad es la sede de la Dirección General de Patrimonio Cultural.Actualmente es la sede de la Dirección General del Patrimonio Cultural de la Generalidad de Cataluña y en sus bajos había una de las librerías de la Generalitat y una sala de exposiciones, que desde el mes de diciembre de 2010 se llamó Sala Max Cahner en honor del primer Consejero de Cultura de la etapa Pujol.
En mayo de 2016 se inauguró Palau Moja. The Catalán Heritage House, en los bajos del edificio. Se trata de un espacio de promoción del patrimonio cultural, material e inmaterial de Cataluña. El proyecto, desarrollado por la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural del Departamento de Cultura y la empresa ganadora del concurso público de explotación del espacio, Advanced Leisure Services, tiene como objetivo mostrar y explicar el patrimonio cultural de Cataluña en un entorno atractivo para el visitante, aprovechando su ubicación privilegiada en el corazón de la Rambla. La información que ofrece sobre el patrimonio tiene dos vertientes. Una más general, de carácter promocional, dirigida al turismo que pasa unos días en Cataluña, y que quiere incrementar el conocimiento que este público tiene sobre el país. La otra, ofrece una información más específica dirigida al visitante catalán para hacer crecer su conocimiento hacia el patrimonio y de las posibilidades de visita que ofrece.


Ver:  https://ca.wikipedia.org/wiki/Palau_Moja

"Pero si la escalera es espectacular, muy cerca de los despachos tenemos el lugar más noble del edificio: el gran salón. Tres pisos de altura, planta cuadrada y grandes ventanales abiertos a la Rambla son sus características más destacadas. La decoración es obra de Francesc Pla, conocido como "el Vigatà". Sus pinturas murales con escenas históricas, retratos de la familia Moja y guirnaldas de flores fueron testigo de las celebraciones más exquisitas del palacio".

Ver: http://cultura.gencat.cat/ca/departament/estructura_i_adreces/organismes/dgpc/direccio_general/palau_moja/ 
 y también el magnífico reporteje en el blog Mi Barcelona